Con el respeto para algunos pocos
allegados hinchas verdaderos que tiene el América lo siento por su dolor y por
mi ciudad, es triste la realidad del rival de patio, pero creo que no es
sorpresa para nadie lo que hoy les sucede. América fue campeón por primera
vez en 1979, fruto no de un proceso de transformación de equipo impulsado por
el desarrollo de divisiones menores y un grupo directivo que construyó un
proyecto de club, fue campeón por plata de los narcos, de lo contrario hoy la
historia sería diferente y podrían llamarse un equipo grande.
Pero así no fue, América fue campeón
gracias a unos señores narcotraficantes que ante la negativa del Deportivo Cali
de no cambiar su modelo de asociación para recibir ese dinero y lavarlo, se
fueron con sus bolsas de billetes verdes manchados de sangre donde el vecino, y
con ese dinero se dedicaron a montar la mejor nómina del continente, no
contentos con eso se dedicaron a comprar árbitros, directivos y jugadores
rivales trayendo como consecuencia los títulos conseguidos en los 80’s y 90’s.
Y aquí nació uno de sus peores males,
una cantidad de gente que se llamó “hincha del américa”, (excluyendo un
pequeño porcentaje que son hinchas de corazón) se dedicaron a apilar una
cantidad impresionante de personas apalancándose en estruendosas victorias
compradas año tras año. América se llenó de una cantidad de gente que lo que le
gustaba era adelantar la feria a costas del triunfo de la mecha y vivir el
fenómeno de euforia colectiva que produce el fútbol en un estadio, gente que
justificaba a cualquier costos la victoria, una que era patrocinada por el peor
de los males que ha corrompido a mi ciudad, los narcos; victorias apalancadas
en droga, torturas, asesinatos, extorsiones, miedo y demás, lo más
irónico es que esto no ocurría en el monte, ocurría en nuestros barrios, en nuestras
calles, con nuestra gente. Creo que
cualquiera que haya vivido en Cali durante de los 80’s y 90’s tiene un caso
cercano en el cual los narcos dañaron a su familia o a un allegado muy cercano,
pero que HP, llegó la estrella y por consiguientes la feria y a rumbear a
costillas del traqueto de turno. Una hinchada que basaba su “sentimiento” en 13
estrellas, como si para ser hincha se necesitara ser campeón, me merece a mí
más respeto un hincha del Huila, del Quindío, del Tolima, del Cúcuta, del
Pasto, gente que sigue a su equipo sin importar resultado, campeonatos,
jugadores o que puede pasar décadas sin una alegría y lo digo porque lo he
vivido.
Mi amado equipo tuvo una sequía de 22
años, y yo me demoré 13 años en verlo campeón, crecí en una ciudad donde todo
el tiempo me cuestionaban, “¿Como podés ser hincha de un equipo que no has
visto ganar?, ¿Por qué no sos hincha de la mecha para que podás celebrar en
diciembre?”, pues por lo mismo soy hincha del Cali hoy, porque es un sentimiento con el que se nace,
es una herencia, es un legado, está impreso en mi corazón seguir a mi equipo sin
importar la instancia. Mi equipo lleva ocho alegrías a su escudo, he vivido
tres y podré pasar el resto de mi vida sin verlo campeón que el sentimiento
será el mismo, iré al estadio con la misma frecuencia, lo seguiré por TV cuando
juegue fuera y escucharé el partido por radio si no lo puedo ver. Seguiré
preguntándole al personaje del puesto de ventas, al taxista o al que cuida los
carros, ¿Cómo va el Cali?, y celebraré con puño cerrado cada victoria y cada
gol, hoy le doy gracias a mi equipo por las alegrías que me ha dado y por nunca
haberme hecho sentir la amargura de perder la categoría.
América no ha sido grande, su
grandeza es una mentira, es voz populi que las primeras estrellas se las deben
a los hermanos Rodríguez, luego a su hijo y el último título está ligado al
recientemente capturado Comba. Hoy América es el triste reflejo del
narcotráfico, hoy tienen el mismo presente de los íconos del narcotráfico
caleño, el mismo presente de la réplica del Club Colombia, de las mansiones de
Ciudad Jardín, del apartamento de Pacho Herrera con su Venus de Milo, que el
Palacio de Cristal, monumentos a la miseria que deja el narcotráfico. Si
existe alguna duda, ¿Dónde estuvo su
grandeza cuando el Cali en un clásico los manda a jugar la promoción?, ¿Dónde
estuvo su grandeza contra Patriotas al perder la categoría en el Pascual?, ¿Dónde
estuvo su grandeza para dejar en el camino a un equipo de “culicagados” del
Alianza Petrolera para retornar a la categoría una vez más en el Pascual? ¿Dónde
estuvo la grandeza para evitar ser goleados por el Cúcuta en el Pascual, y para
remontar de visita?. Sin maletín, sin
miedo, sin sangre, sin extorsión, sin droga no hay títulos para la mecha. Ha
sido triste ver los esfuerzos de gente decente hinchas del América por sacar a
flote su equipo, gente que le metió el hombro a proyectos para resucitar a la
mecha, y que salieron espantados por los narcos que quedaban vinculados, y
hasta por un alcaldillo que pretendió hacer política a costas de sus
simpatizantes.
Espero no me malentiendan, lo que he
escrito no es una burla, es meramente una radiografía que produce tristeza, que
me produce pesar como caleño de nacimiento. Ayer vi como caía el último gran
ícono del narcotráfico de mi ciudad, fiel a su historia, a los trancazos y a
los empujones, al todo vale, solo que no ya no hay billete para respaldar este
estilo. La grandeza no se compra y menos con dineros malsanos, y América no
está en la B antes de 1979 porque la Dimayor no la había creado. Hoy América
vuelve a su realidad, a ser un equipo de segunda categoría y con un pesar
adicional, haberse creído grandes durante las últimas décadas gracias a haber sido el juguete favorito del
narcotráfico.
Finalmente expreso mi pesar por mi
ciudad, por mi región y por mis allegados verdaderos hinchas del América,
quienes hoy lo sufren en silencio, sin salir a vociferar contra los demás, el
verdadero hincha lo está sufriendo internamente dentro de su corazón porque es
consciente que lo que se pierde no es una rumba en diciembre. Me duele Cali
porque pronto dejaremos de ser la ciudad que ostenta más campeonatos en
Colombia, estamos sucumbiendo ante el mandato paisa de Postobón en el fútbol
colombiano. Veo lejos otro título de mi glorioso Deporcali por los males
internos que nos atañen y por lo difícil que va a ser ganar en un torneo contra
4 antioqueños, siento lo del América por la ciudad, porque Cali vive el fútbol
y esto la afecta y siento no poder vivir un clásico de nuevo. Pero lo que nace
torcido es muy complicado de enderezar y los pocos que quisieron enderezar al
América fracasaron en su intento o salieron ahuyentados al ver la magnitud del
delito. De corazón espero que vuelvan a la máxima categoría del FPC, pero les
queda mucho trecho porque lo que se vió en la cancha estos últimos partidos fue
un equipo de la B.